Cuando era niña, más o menos a los ocho años, me acuerdo todavía,
cuando vivía en un pueblo de Minas, me ocurrió algo muy extraño. Tuve
tanto miedo que no lo conté ni a mi madre! Y lo olvidé por muchos
años. Pero, hoy día, cuando se habla mucho de todo, el acuerdo me ha
llegado con espanto.
Por la tarde de sol y cuando salía de la pequeña iglesia donde entré
para bendecirme con el agua santa, después de comprar el pan pedido
por mi mamá, me quedé paralizada por la sorpresa y el terror: en el
cielo, pero muy bajo, entre nubes pesadas, estaban las luces
brillantes y de colores, girando al alrededor de un platillo volador,
lo comprendo hoy. No sé decir como, después de mirarlo por un rato,
tuve fuerza en las piernas para llegar corriendo a casa y echarme bajo
la cama, hasta dormir.

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